Lucha, Tribu, Descanso y Subidón

 
 

Y así pasan los días, el bucle da otra vuelta y ya ha vuelto la primavera. 

 

La primavera me anima y me da astenia, como a casi todes supongo, quizás por eso, o por la profundidad de las raíces que ando arrancando(me), la lucha viene siendo más agotadora últimamente.

 

Lucha contra mí. Porque ya no hay culpas ahí fuera, solo queda comprensión y algo más de consciencia, por eso la discusión se ha quedado entre yo y la que vive dentro de mi espejo. Quizás siempre fue así y antes tenía muchas excusas creíbles hacia donde enviar mi frustración, mi inconsciencia, mis traumas sin resolver, mis miedos y mis basuras.

 

Así que, ahora, en mi cabeza, se ha creado la ridícula imagen en la que estoy gritándome a mí, sola en medio de la nada, preguntándome: Pero ¿qué te pasa? ¿Cuál es tu excusa ahora? ¿Qué mierdas te estás contando u ocultando esta vez para no aceptar la verdad que quieres? ¿Qué te da miedo de la felicidad?

 

Y cuando ya no puedo más: mi tribu. Donde me dejo caer para que me sostenga a flote en mi propia rueda, la tribu que me refleja que no estoy sola, que no me lo invento, que nos pasa a todas, que lo estoy haciendo bien.

 

Muy bien. 

 

Y es que yo vivo así, buscando la manera de seguir complaciendo las creencias de la niña de 8 años que un día fui y que sigue buscando la manera de agradar a su papá sin decepcionar a su mamá, o encontrando la manera de justificar a la mujer de 25 años que un día interpreté, intentando agradar a sus amigues y seduciendo al novio de turno siendo una persona totalmente inventada para que nuevamente papá y mamá no se sintieran decepcionados. 

 

Y ahora, a vuelta y media de los 40, con la vida que quiero, buscando gustarme solo a mí y sintiendo un poder, que me pone y me aterra por igual, la lucha es únicamente interna… porque a pesar de todo lo aprendido, a pesar de lo consciente, lo trabajada y lo vivida que me siento, aun me cuesta entender que la vida es disfrute y no sacrificio, que merezco todo lo que soy capaz de imaginar, y que la responsabilidad de ser feliz que es solo mía, es más un estilo de vivir que un trabajo que hacer.

 

Y cuando me perdono, me dejo descansar, me regalo unas flores bonitas, cierro la agenda unos días, me hundo en el sofá o me bailo las calles, depende del ciclo de la luna, y me preparo para un nuevo florecer, un subidón que busco controlar, pero al que también dejo fluir, una explosión de poder y felicidad que utilizo para cuidar de mis energías, sostener a mi red, abonar mi negocio, mirarme bonito y escribir a mi yo del futuro para decirle que después de la lucha y el descanso volverá a ser primavera.

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