Cualquier Lugar
No suele ser un lugar cualquiera.
Desde muy niña me gustan las estaciones de servicio de las autopistas. No sé explicarlo, es esa maravillosa sensación de estar en cualquier sitio, un sitio por el que pasan muchas personas distintas, solo de paso. Un millón de vidas distintas, de historias, cada persona con su propio universo interior.
A veces cuando estoy paseando por un bosque o por un pueblo o una ciudad nueva, me recorre un extraño escalofrío de calma. Me gusta estar en cualquier sitio. No tiene que ser un sitio especial, a veces no es ni un sitio bonito, ni siquiera un sitio al que llego intencionadamente, es simplemente la sensación de estar perdida, de no saber exactamente donde estoy, de no conocer más que el camino de vuelta al coche, al tren, al aeropuerto, la sensación de estar donde nadie me conoce, donde no conozco a nadie.
Me gusta entrar por primera vez en una iglesia o un monasterio, creo que es el silencio, la sensación de quietud, la antigüedad de las construcciones, la sensación de estar en un lugar que lleva ahí miles de años, inmóvil, viendo pasar cambios y generaciones, viendo cómo crece la ciudad a su alrededor y como cambia la sociedad.
A veces me gusta sentirme perdida y fuera de mi zona de confort, me gusta dejar el control y verme tranquila a pesar de no conocer nada, de no saber orientarme o de no hablar el idioma.
A veces me gusta dejarme llevar por ese sentimiento de descontrol, de ignorancia, de inconsciencia, de inseguridad controlada.
Y lo mismo me pasa con esos lugares aún no transitados de mi consciencia.
Es esa sensación cuando de repente algo que nunca habías entendido cobra sentido, es ese momento en que te das cuenta de que nada es tan complejo como parecía, ese instante en el que caes en la cuenta de que aquello que era tu normalidad, ya pasó, un sentimiento de gratitud eterna por algo que te hizo sufrir. Es encontrarte en un nuevo lugar, un nuevo estado, viviendo una nueva realidad en tu misma piel, que te asusta y te encanta, que te abruma y te inspira. Que tiene pinceladas que te recuerdan de donde vienes, pero que viste, camina y huele de forma muy distinta.
Ese momento en el que te sientes en un lugar cualquiera, y a la vez, más en casa que nunca.
Quizás porque estás contigo y no hay nada que de más paz en la vida.
Así es crecer, así es madurar y sentir que estar en cualquier lugar no es estar en un lugar cualquiera.