La Espiritualidad es Laica

 
 

Durante años me agobié pensando en todas las cosas que tenía que conseguir en cuanto a mi desarrollo personal, viví muchos años sin entender que los libros, solo muestran una experiencia personal o un posible camino, incluso, simplemente pinceladas de algo que te pueda servir.

Mi estructura mental y excesivamente ordenada me obligó durante años a querer hacer las cosas tal y como me las contaban, tal y como se explicaban en los libros, así que la única manera de no enfrentarme a aquello que me daba miedo era cerrar el libro.

He dejado muchas cosas a medias por mi inflexibilidad mental, que me ha impedido millones de veces, hacerlas a mi manera.

Sí, es muy obvio, tenía tan poca confianza en mi misma que la única solución era que, cualquier otra persona, me diera los pasos exactos y así no tenerme que enfrentar al abismo inmenso de mi propia espiritualidad.

Me conté que siendo obediente llegaría donde quisiera, porque ser obediente estaba bien y ser desobediente me sacaba del camino del complacer y del ser una buena persona.

Por eso uno de mis mayores trabajos personales ha sido (y es), aprender a fluir.

Creo que hay tantos crecimientos personales y espiritualidades como personas hay en el mundo, pero también creo que la espiritualidad real es la que no responde a ninguna obediencia, la que no sigue ninguna pauta, la que no reza de una forma determinada, la que se permite cambiar de actitud, de opinión y de forma de ser; de igual manera, creo que el crecimiento personal es solo el que te hace crecer a ti, no hay una formula, no hay un método, se trata de probar, de escuchar, de leer, de vivir tu vida y quedarte solo con aquello que te sirve, aquello que te hace estar en paz.

Para mi la espiritualidad es saber estar conmigo en todos los planos posibles, incluso en aquellos que se mueven por mi complejidad típica del ser humana, para mí, espiritualidad es entender que no soy solo lo que se ve, lo que se escucha o lo que aprendo, espiritualidad para mi es aceptarme y aceptar que no tengo ni debo tener el control de nada. Así lo siento en este momento, y no se si será así para siempre. Crezco personalmente cuando siento paz, cuando me pongo como prioridad, cuando me responsabilizo de mis decisiones y de mis acciones, cuando me cuestiono lo que me vibra y lo que me chirría.

Me considero una persona espiritual, pero no siempre, igual que me considero una persona evolucionada, pero no en todo.

Medito para no olvidarme de vivir mi vida, y me funciona.

Tengo citas conmigo para no desviarme de lo que es importante, y me funciona.

Escribo un diario para facilitar el discurso interno, y me funciona.

Pongo mi energía cada día en crear el negocio de mis sueños para sentirme en coherencia con quien quiero ser, y me funciona.

Camino hacia ese miedo que en el fondo me gusta para encontrarme, y me funciona.

Me permito parar un día entero para llorar mi pena, mi frustración o mi miedo para poner orden, coger aliento y seguir caminando, y me funciona.

Celebro los éxitos sean pequeños o enormes, sean visibles o invisibles para disfrutar de lo bueno que tengo, y me funciona.

Construyo relaciones conscientes para ser coherente con como quiero querer y que me quieran, y me funciona.

Me equivoco muchísimo para seguir aprendiendo, y me funciona, aunque me duela.

Escucho a mi cuerpo y me doy lo que creo necesitar en cada momento, y me funciona.

Cuestiono todo lo que siento para conocerme mejor, y me funciona.

Siento culpa y juicio, también culpo y juzgo. Entiendo y acepto que fallo a mis seres queridos cuando atento contra sus crecimientos y sus espiritualidades. Soy “prueba errorista” de nueva generación, cada día me atrevo más a equivocarme y valoro más cada acierto. Me cuesta darme importancia por miedo al que dirán, como gluten de vez en cuando a pesar de que se que no me sienta bien, siento miedo y vergüenza más a menudo de lo que pueda parecerte y durante el síndrome premenstrual me dejo tirar la toalla, aunque solo de pensamiento.

Me permito no ser perfecta y desconectarme de vez en cuando de lo que me hace bien y me funciona, porque confío en la vida y se que hay ese algo más, que a mi me gusta llamar universo, que me va a poner delante lo que necesite para aprender lo que tenga que aprender.

Así ha sido hasta hoy y por eso creo en ello.

La diferencia con aquella “yo” que vivía agobiada y seguía las pautas, es que ahora intento cuestionarme, a mi, en todo lo que vivo, porque he aprendido que la mayoría de cosas (porque no me atrevo a decir todas) dependen del modo en que las decidimos sentir.

Por eso ya no me da miedo decir como soy, por eso ya no me abruma sentir que tengo mucho más por descubrir(me).

Simplemente camino conmigo y me permito ser.

 

¿Qué es para Ti la espiritualidad? Me encantará leerte.

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